Conferencia Pre Temporada de Huracanes 2024 / DÍA 1

Temporada de huracanes 2024: la gran prueba para nuestra preparación y resiliencia colectiva

La edición 2024 de la Conferencia Pre-Huracanes de la IFRC inició con un recordatorio y un llamado a la acción: esta temporada ciclónica nos veremos desafiados por el poder de la naturaleza, la crisis climática y el aumento de la vulnerabilidad de millones de personas; lo que nos obliga a mejorar nuestra preparación y resiliencia colectiva.  

La Federación Internacional, CDEMA y CEPREDENAC coincidieron en que nuestro trabajo debe articularse alrededor de la alerta temprana, la acción temprana, y el financiamiento temprano, el tema central del evento. Esta triada nos permitirá mantener a salvo a las comunidades y sus recursos. La alerta temprana es clave para salvar vidas, pero debe ser complementada por la acción temprana porque, para movilizarnos, no debemos esperar a que las personas estén en peligro. Y para que este abordaje funcione, requerimos financiamiento sostenible, predecible, flexible y que llegue antes de que los desastres sucedan.

Según Colorado State University, la temporada de 2024 indican la posible formación de hasta 24 tormentas con nombre en el océano Atlántico, de las cuales 11 se convertirían en huracanes y cinco alcanzarían la categoría de huracanes mayores. Por su parte, NOAA reportó ya que La Niña alcanzará su pico entre junio y septiembre y que la región experimenta temperaturas atmosféricas y oceánicas récord, lo que favorece una mayor actividad ciclónica en Atlántico. 

Nuestras estrategias colectivas de preparación deben tener en cuenta que, si bien hay 38 naciones y territorios de ultramar en las Américas expuestos a tormentas y huracanes, algunos son especialmente vulnerables.   

En Haití, República Dominicana, Cuba y Venezuela, por ejemplo, debemos redoblar nuestros esfuerzos de cuidado del voluntariado, logística, seguridad, diplomacia humanitaria, recaudación de fondos, comunicación pública y evaluaciones de vulnerabilidad y capacidad. Tenemos que hacer todo lo que esté a nuestro alcance para anticipar y reducir el impacto de la actividad ciclónica, y para garantizar que, si se necesita ayuda, ésta llegue a tiempo a quienes más la necesitan.  

Pero nos enfrentemos a una tormenta o a 20, la temporada de huracanes pondrá a prueba nuestros mecanismos de preparación y respuesta. También, nos brindarán la oportunidad de demostrar la fuerza de nuestra solidaridad y la eficacia de nuestra planificación, que está enfocada en tres grandes líneas de trabajo: localización, coordinación y formación. 

Localización porque las comunidades, incluyendo al voluntariado de la Cruz Roja, son las que lideran la preparación, respuesta y recuperación. Conocer sus necesidades, escuchar su voz y estimular su participación es vital.  

Coordinación y alianzas, porque Estados, donantes, agencias humanitarias y el sistema de Naciones Unidas son indispensables para que la Cruz Roja cumpla con su rol auxiliar y su mandato humanitario. Aquí destacan, por ejemplo, el acuerdo marco entre IFRC y CDEMA y el partenariado de IFRC con la Unión Europea, cuyo financiamiento flexible, predecible y de mediano plazo nos permite servir a más personas y hacerlo mejor y en menor tiempo. 

Y formación, porque el conocimiento es central para aprender, innovar y buscar soluciones a emergencias cada vez más complejas y crisis superpuestas.  

La sesión inaugural acabó recordando que, si bien hay avances en la preparación, anticipación y respuesta, aún hay espacio de mejora.

NOAA: el pronóstico preciso de la trayectoria de una tormenta es tan importante como el pronóstico preciso de su intensidad

La temporada de huracanes del año pasado tuvo 20 tormentas con nombre y siete huracanes, de los cuales tres fueron huracanes de gran intensidad. En octubre de 2023, el huracán Otis fue el más fuerte que jamás haya azotado la costa del Pacífico oriental de México y se intensificó rápidamente. El pronóstico para Otis no fue lo suficientemente fuerte, no previó la rápida intensificación.  Esta es una de las cuestiones a las que debemos prestar atención en 2024: una previsión precisa de la trayectoria de la tormenta es tan importante como una previsión precisa sobre su intensidad.

Todavía nos enfrentamos al reto de contar con poco tiempo para prepararnos antes de que las tormentas toquen tierra. Durante el siglo pasado, normalmente sólo disponíamos de 2 ó 3 días antes de que las tormentas tropicales tocaran tierra. Hoy, el tiempo medio antes de que una tormenta se convierta en huracán es de 50 horas. 

Seguimos enfrentándonos a un reto: los cortos plazos de preparación antes de que una tormenta toque tierra. Durante el siglo pasado, normalmente sólo teníamos 2 o 3 días antes de que las tormentas tropicales tocaran tierra, mientras que el tiempo medio antes de que una tormenta se convierta en huracán es de 50 horas. 

Otro desafío durante la temporada de huracanes es la marejada ciclónica, una amenaza compleja y peligrosa que se ve afectada por la intensidad, el tamaño, la velocidad de avance, el ángulo de aproximación, la trayectoria, y el ancho y nivel de pendiente de la superficie donde tocará tierra. 

Disponemos de herramientas de previsión avanzadas, pero la consistencia de los pronósticos es clave para preparar una respuesta temprana. Para este año hay nuevos gráficos de precipitaciones disponibles para los ciclones tropicales en el Caribe, América Central y México. Estas y otras herramientas creadas por la NOAA se traducirán al español.

Por último, explicaron cómo los mapas de análisis de riesgo ayudan a identificar las zonas más vulnerables y susceptibles a las mareas de tormenta, estos son el Storm Surge Maximum Envelope of Water (MEOW) y Storm Surge Maximum of the Maximum (MOM) y ambos están disponibles en la web pública de la NOAA para su consulta. 

Coordinación humanitaria: una forma de agregar valor y maximizar esfuerzos para aliviar el sufrimiento humano

La máxima de esta sesión fue simple: la respuesta a desastres es un trabajo en equipo y debemos articularnos para superar la fragmentación, aislamiento y duplicación de actividades que limita el alcance de nuestra acción humanitaria. Desde esta mirada, la coordinación no es un fin en sí misma, sino una forma de agregar valor y maximizar nuestros esfuerzos para aliviar el sufrimiento humano. 

La coordinación humanitaria incluye la armonización de las acciones y el trabajo conjunto y planificado hacia un objetivo común. Las etapas de una coordinación eficaz incluyen el intercambio de información, la colaboración y la planificación estratégica conjunta; y las condiciones indispensables para su funcionamiento son tres: la confianza, la escucha activa y la generosidad.

Estados, bomberos, la Cruz Roja, organizaciones no gubernamentales, agencias de Naciones Unidas y las mismas comunidades afectadas por los desastres son algunos de los actores que deben articularse durante la preparación y respuesta a desastres, así como durante la fase de recuperación. 

La Asamblea General de Naciones Unidas aprobó una serie de medidas para gobernar y favorecer la coordinación humanitaria y hacerla predecible, es decir, para garantizar que, sin importar el país o el tipo de emergencia, la articulación entre actores humanitarios proceda siempre de la misma manera.

Esas medidas incluyen el establecimiento de principios rectores para la acción humanitaria, como la soberanía y responsabilidad de los Estados para liderar la respuesta a las personas afectadas en su territorio. También, la creación de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, OCHA; la declaración de los principios universales para la acción humanitaria: humanidad, neutralidad, independencia, imparcialidad, y la creación de herramientas globales de respuesta.

En definitiva, la coordinación entre actores humanitarios debe ser continua, variada, tener intención, contar con personas dispuestas a trabajar juntas, debe habilidades de negociación y diálogo basado en la confianza y la escucha y estar basada, a su vez, en coordinación a lo interno de cada organización. 

IFRC-DREF: Todo lo que necesitas saber sobre nuestro pillar de anticipación

El Fondo de Emergencias para la Respuesta a Desastres (IFRC-DREF) es la forma más rápida, eficiente y transparente de hacer llegar la financiación directamente a los actores locales, tanto antes como inmediatamente después de que se produzca una crisis.

El IFRC-DREF tiene dos pilares: uno para la respuesta y otro para la anticipación y éste último es en el que se enfocó la sesión.  

El instrumento clave del pilar anticipatorio son los Planes de Acción Temprana (PAT), que permiten desarrollar tres tipos de actividades: 

  • Acciones de preparación: Se realizan antes de que la amenaza sea inminente y buscan que la Sociedad Nacional asegure que podrá actuar a tiempo. Ejemplos: formación de voluntariado, acuerdos con socios de servicios financieros, identificación de zonas geográficas de alto riesgo, planificación de rutas de evacuación, coordinación con otros organismos e instituciones. 
  • Preposicionamiento de insumos: Se desarrolla antes de que la amenaza sea inminente y se centran en adquirir todo el material requerido para actuar antes del desastre. Deben enfocarse en la acción temprana y en evitar la destrucción de bienes y medios de vida. Ejemplo: si se pronostican fuertes vientos que podrían destruir viviendas, se puede contemplar el preposicionamiento de kits de herramientas para reforzar las casas. 
  • Acciones tempranas: Se implementan a pocos días u horas del impacto del desastre. Se realizan entre el periodo en que se da el pronóstico y se confirma el riesgo; y el impacto del evento. Ejemplo: Distribución de los kits de herramientas, evacuación de personas y animales, distribución de dinero en efectivo para salvar vidas y medios de vida, distribución de agua potable para reducir enfermedades.  

El pilar anticipatorio del DREF tiene 3 modalidades: 

  • Protocolos de acción temprana completos: Se utiliza tanto para eventos meteorológicos como no meteorológicos, cuando el evento todavía no está en el horizonte, es decir, en tiempos de paz. Tiene una validez de 5 años, y la asistencia debe destinarse mínimo a 10 mil personas. Se pueden incluir los 3 tipos de actividades. 
  • Protocolos de acción temprana simplificados: Válido por 2 años, se desarrolla también en tiempos de paz. Debe incluir mínimo 2 mil personas a asistir. Se pueden incluir los 3 tipos de actividades. 
  • DREF inminente: Se implementa cuando ya hay un pronóstico que indica el desarrollo de un evento que afectará a determinada zona geográfica y cantidad de tiempo. Se pueden incluir los 3 tipos de actividades. En esta modalidad hay que tener en cuenta que el tiempo para la implementación es menor, antes de que el desastre impacte. Hablamos de costos asociados a acción temprana y no tanto a alistamiento y preposicionamiento. 

La Cruz Roja Hondureña ha activado protocolos de acción temprana para inundaciones y sequías. Su apuesta por la anticipación le permitió a esta Sociedad Nacional gestionar el riesgo de forma diferente y estrechar su coordinación con las autoridades e institutos de análisis científico, comunidades y otros actores clave a nivel  local, regional y nacional; todo con el objetivo de hacer más efectiva la toma de decisiones y la acción anticipatoria.

La Cruz Roja Ecuatoriana compartió sus aprendizajes tras la implementación del Plan de Acción Temprana ante las lluvias vinculadas al fenómeno del Niño. En la primera fase realizaron un estudio de factibilidad que incluyó datos históricos del país. Éste fue compartido con institutos técnicos y científicos especializados y permitió identificar los desencadenantes cuyo cumplimiento era requerido para activar el plan. Este fue un proceso complejo pero permitió responder a las inundaciones de forma más ágil, cuando éstas sucedieron. 

En esta fase de anticipación, ambas Sociedades Nacionales subrayaron la importancia de estrechar la relación con las comunidades y comprender y gestionar sus expectativas, porque estaremos implementando iniciativas para atender emergencias que aún no están en el horizonte.

Esfuerzos del DREF en 2023  en las Américas: 

  • 26 operaciones DREF gestionado por 16 Sociedad Nacionales  
  • Más de 10 millones de CHF, +26% que el 2022 
  • 7 de esas operaciones se enfocaron en acciones anticipatorias 

Relaciones Cívico Militares

América Latina y El Caribe son la segunda región del mundo más impactada por desastres, detrás de Asia Pacífico. Se trata de una región marcada, además, por la desigualdad, el desplazamiento y los flujos migratorios y por un incremento de la inestabilidad política y los conflictos. Esto obliga a crear y consolidar plataformas de coordinación que reflejen la complejidad y diversidad de los desafíos humanitarios que enfrentamos.

Esos espacios de coordinación están liderados por los Estados, quienes son garantes de los derechos de la población y responsables de liderar las respuestas a las crisis. Son las autoridades quienes definen si se requiere o no ayuda internacional y quienes designan un rol a las fuerzas armadas en la respuesta a desastres. 

Para las organizaciones humanitarias es entonces indispensable coordinar con actores estatales, incluidos los militares; especialmente en desastres de gran escala donde todas las capacidades de respuesta han sido superadas, o bien, en contextos de conflicto armado.

Pero cada vez es más común operar en contextos que van más allá de esa dicotomía. Las crisis en Haití, Afganistán, Gaza, Somalia y el cuerno de África son ejemplos de esa mezcla entre fragilidad y complejidad en la que hay que atender a personas afectadas por la violencia y el hambre, o por el desplazamiento forzado y la sequía, o por las inundaciones y la inestabilidad política. 

El desafío, para el Movimiento de la Cruz Roja y la Media Luna Roja es entonces si en esos casos debemos coordinar o coexistir con los actores militares. La respuesta la encontramos siempre en nuestros principios fundamentales: en cualquiera de los casos, nuestra coordinación con actores involucrados en la respuesta a desastres estará siempre guiada por la neutralidad, la imparcialidad, la independencia y la humanidad. Y en el caso de la coordinación con cualquier actor estatal, lo haremos desde nuestro rol como auxiliares de los poderes públicos.

En esta sesión, la Cruz Roja Colombiana expuso su experiencia respondiendo a Eta e Iota,que afectó de forma severa a la isla de Providencia. En esta emergencia, el Estado colombiano articuló un mando único que articulaba a actores civiles y militares, como la Cruz Roja, la Defensa Civil, y distintas instancias militares. Su acción conjunta agilizó la evaluación de daños y necesidades y maximizó el alcance de la ayuda humanitaria.

Como en el caso de la coordinación con otros actores del ecosistema humanitario, las relaciones cívico militares deben tener como meta aliviar el sufrimiento humano, garantizar acceso a zonas afectadas y trabajar de forma complementaria. Para que sean exitosas, la clave está en que todas las partes involucradas se conozcan, construyan hipótesis y escenarios compartidos, compartan análisis de riesgos y co-creen estrategias de intervención, cuando sea necesario. 

Manejo de información: lenguajes y definiciones comunes para convertir la información en acción

Esta sesión abordó conceptos clave del riesgo como lo potencial, aquello que está dentro de lo posible, y la probabilidad, la estadística asociada a los desastres. También, el concepto de pérdida, ya sea de vida, de activos o lesiones relacionadas con el impacto de un desastre en un sistema, sociedad o comunidad.

Exploró también la ecuación del riesgo, que combina peligro, exposición y vulnerabilidad, según el tipo de amenaza. Hay muchos tipos de riesgo, por lo que no podemos hablar de un solo significado del término, cada situación es única. 

En este marco, se proponen varios modelos de análisis de riesgo: 

  1. Evaluación prospectiva del riesgo: para medir escenarios futuros. Este enfoque maneja un alto grado de incertidumbre 
  2. Evaluación de riesgos retrospectiva: analiza información histórica de eventos anteriores, para calcular el riesgo asociado a los mismos, y muestra las gráficas para evidenciar la frecuencia con la que suceden los eventos.  
  3. Evaluación de riesgo híbrida: es la combinación de los dos anteriores. Junta las fortalezas de ambos para obtener un espectro continuo del riesgo 
  4. Riesgo sistémico y complejo: Se mide diferente, con un modelo dinámico o inteligencia artificial, para capturar la complejidad de los fenómenos involucrados. 

Las distintas herramientas de gestión de información que tenemos disponibles para hacer estos análisis, incluyen:  

  • GO: Herramienta gestionada por IFRC para gestionar riesgos. Esta plataforma se construyó a través de un proceso de consulta en el que participaron más de cien Sociedades Nacionales. Reúne los distintos riesgos según el tipo de amenaza, y permite comparar el riesgo entre distintos países y períodos.  También puede modelar impactos de un evento específico.
  • Global crisis data bank: Reúne información global de todas las fuentes públicas, estudios de la IFRC y sus socios, así como información local sobre amenazas, impacto y respuesta. Permite ubicar eventos en contexto para elaborar protocolos de acción temprana y facilitar las decisiones para priorizar la atención según el impacto. 

Estos instrumentos son piezas importantes dentro del Marco de preparación para las Sociedades Nacionales, cuya última versión fue publicada en agosto de 2023. 

Este marco se desarrolló para contar con un lenguaje y definiciones comunes para una comunicación efectiva dentro del ecosistema humanitario. Con el fin de mejorar los mecanismos de coordinación y brindar claridad sobre los espacios en los que debemos participar, las personas que deben estar presentes, sus roles y objetivos. 

El marco presenta una forma de trabajar la gestión del riesgo a través de la continuidad, pues en muchas ocasiones los desastres suceden antes de que nos hayamos recuperado del shock anterior.  En ese sentido, la preparación se da antes pero también durante las catástrofes.

Los planes de contingencia son una excelente forma de articular los distintos procesos de planificación. Lo importante no es solo generar información, sino cómo se utiliza en los planes de contingencia, durante la elaboración de análisis de riesgo y en la construcción de escenarios para la respuesta a desastres, conectando todas las áreas de respuesta en un solo plan sombrilla. 

Por último, la Cruz Roja Argentina presentó su proceso de transformación “De la información a la acción”, en el que pasaron de manejar la información de distintas maneras en cada filial, a tener un equipo nacional de monitoreo. Este trabajo de años, les ha permitido utilizar la información para la toma de decisiones y trabajar en la anticipación. Actualmente, cuentan con un Plan Nacional de Respuestas que funciona como paraguas para adaptar las estrategias de respuesta a nivel local. 

Voluntariado en emergencias: Desarrollar el potencial de los guardianes de las personas cuidadoras

La sesión de Voluntariado en Emergencias, que se realizó en forma de mesa redonda, contó con representantes de la Cruz Roja de Costa Rica y Belice, un panelista invitado del Movimiento Scout en las Américas, así como coordinadores de voluntarios de la FICR del Caribe y de las oficinas regionales. La sesión incluyó debates sobre la gestión de voluntarios antes, durante y después de las emergencias. 

Antes de las emergencias, es esencial centrarse en la capacitación, la educación y la formación de los voluntarios. La coordinación es necesaria para garantizar que los voluntarios sean contratados adecuadamente y se les asignen las funciones pertinentes en función de sus aptitudes e intereses. Los voluntarios también deben ser conscientes de sus funciones y responsabilidades para que sepan lo que se espera de ellos antes, durante y después de las emergencias.

Antes de las emergencias, también es importante desarrollar asociaciones y establecer acuerdos de cooperación que ayuden a reforzar nuestra respuesta. 

Durante las emergencias, es fundamental contar con sistemas para detectar el agotamiento de los voluntarios y ofrecerles apoyo psicosocial para que puedan recuperarse. En la experiencia de la Cruz Roja de Belice, tras las lecciones aprendidas del huracán Lisa, se ha designado a un voluntario para ofrecer apoyo psicosocial y ayudar a detectar el agotamiento entre los voluntarios. También se anima a los voluntarios a que se cuiden unos a otros. 

Las emergencias pueden crear voluntarios espontáneos que ofrezcan su ayuda; sin embargo, algunos seguirán siendo voluntarios después de la emergencia y esto debe aprovecharse y coordinarse adecuadamente.

La colaboración con otros grupos de voluntarios también es importante. El Movimiento Scout, que está presente en más de 75 países y cuenta con más de 3 millones de scouts en las Américas, ha colaborado con la Cruz Roja para responder a emergencias en algunos países. Muchos voluntarios scouts son también voluntarios de la Cruz Roja y ejemplifican el espíritu del voluntariado. 

La Cruz Roja Costarricense compartió un ejemplo de su red de voluntariado y de cómo se asociaron con los scouts para responder a emergencias. Durante el huracán Otis, la Cruz Roja Mexicana colaboró con los scouts para proporcionar apoyo sobre el terreno. Por lo tanto, es fundamental contar con una amplia red de voluntarios en la que se pueda confiar para actuar cuando sea necesario y encontrar sinergias para poder tener una respuesta mejor coordinada. 

Mantener la protección y la seguridad de los voluntarios durante las emergencias también es primordial para garantizar su bienestar. Mantener una comunicación constante es clave, y herramientas como los formularios en línea y WhatsApp resultan útiles para comunicarse directamente con los voluntarios. 

Después de las emergencias, es vital recabar la opinión de los voluntarios sobre lo que ha ido bien, así como sobre los retos a los que se han enfrentado, pero es igualmente importante incluir a los voluntarios en el desarrollo de las soluciones para que podamos aumentar la resiliencia y “mejorar juntos”. 

Con la intensidad y frecuencia de las catástrofes en nuestra región, es imperativo que estemos preparados para las emergencias y esto incluye trabajar con nuestras comunidades y aprovechar los diversos grupos de voluntarios, incluidos los scouts, los grupos juveniles, etc.

En todo lo que hacemos, los voluntarios nos ayudan a prestar mejores servicios a nuestras comunidades. Por lo tanto, la gestión de voluntarios es un área especializada que no debe darse por sentada.